La Voz Porteña, un diario de la ciudad

Buenos Aires, Argentina – El primer tranvía eléctrico de Buenos Aires, un prodigio de la ingeniería moderna, no fue recibido con los brazos abiertos. En su debut, la innovadora máquina, capaz de alcanzar una velocidad de 30 kilómetros por hora, generó temor y desconfianza entre los habitantes de la ciudad. Descrito por algunos como un “monstruoso peligro”, el tranvía a energía eléctrica provocaba temblores a su paso y se le culpaba de ocasionar accidentes. Uno de los principales temores radicaba en la creencia de que el tendido eléctrico que alimentaba el tranvía representaba una amenaza letal para los peatones, alimentando el miedo a la electrocución. La desconfianza llegó a tal punto que los vecinos no dudaron en expresar su rechazo apedreando el nuevo medio de transporte. Esta reacción hostil reflejaba la profunda incertidumbre ante los cambios tecnológicos y la reticencia a adoptar nuevas formas de movilidad. A pesar de las críticas, el tranvía eléctrico también cosechó alabanzas y se le reconoció como un símbolo del progreso que estaba llegando a la ciudad. La controversia que rodeó su introducción pone de manifiesto la complejidad de la modernización y el desafío de superar los miedos y prejuicios ante las innovaciones. Aunque su inicio fue turbulento, el tranvía eléctrico sentó las bases para el desarrollo del transporte público en Buenos Aires, demostrando que, a pesar de la resistencia inicial, el progreso eventualmente encuentra su camino.